Frank Mayer
Compuesto por Frank Mayer - revisado por Salvador Aldeguer

Navidades en Stalingrado 1.942

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Ilustración digital. Antón Busto

Comentario:

Con ocasión del 70 aniversario de la batalla de Stalingrado, uno de los acontecimientos más crueles en la historia de la humanidad, me permito – mediante este artículo – recordar nuevamente y de forma puntualizada a los acontecimientos horribles durante aquellas Navidades de 1942 en Stalingrado, también con el propósito, que nunca deberemos olvidar los crímenes de la dictadura nacionalsocialista en Alemania.

Además me dirijo especialmente a la juventud de hoy, que solamente se han enterado de este pasado alemán durante los años escolares o de oídas.

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Introducción

Importancia estratégica y simbólica:

Stalingrado, situado a orillas del Volga, era de una gran importancia estratégica, dado que el río representó una importante conexión del Mar Caspio hacia la Rusia central. Esta vía de navegación era un decisivo camino de avituallamiento de la Unión Soviética, especialmente para el suministro de armamento desde los Estados Unidos dentro del marco de una ley de prestación y arrendamiento.

La conquista de la ciudad tenía como fin evitar el avituallamiento y asegurar mediante un mayor avance del ejército alemán hacia el Cáucaso alcanzar sus ricas reservas de petróleo. Adicionalmente lo mismo, Stalin como Hitler, consideraron la urbe como símbolo de fuerza por su nombre, lo que explica de esta forma un enorme fanatismo, el cual desencadenó el conflicto bélico. A causa de las enormes perdidas humanas por ambas partes, Stalingrado se ha convertido en la alegoría de la guerra.

Memoria

A finales de agosto de 1942, el General Paulus con su VI. Ejército alcanzó la ciudad de Stalingrado (hoy Volgagrado) y conquistó la metrópolis industrial a mediados de noviembre en un 90 %, dando lugar a salvajes luchas callejeras de casa a casa.

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Ilustración sobre combates en Stalingrado 1.942

El día 19 de noviembre emprende el ejército rojo una contra-ofensiva. Transcurridos tres días los 250.00 soldados alemanes y soldados auxiliares rumanos y rusos vivos aún, quedan cercados por el ejército rojo.

La situación militar es desesperada y el abastecimiento de las tropas totalmente insuficiente.

El General Paulus solicita a Hitler permiso para retroceder y alejarse de Stalingrado, pero Hitler rechaza el plan.

El 23 de diciembre se repite el ultimátum y la orden personal del Führer es de resistir sin contemplaciones.

Con temperaturas de 40 º C bajo cero se reduce la ración diaria de comida a dos rebanadas de pan, un poco de té y una sopa diluida. Miles de soldados del ejército mueren de inanición.

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Soldado alemán invierno 1.942. Foto: historisches-tonarchiv.de

¡La tragedia humana alcanzó niveles sobrecogedores!

Más de 150.000 soldados alemanes murieron en esta emboscada. ¿Cuánto rumanos, cuantos rusos? Quizás un millón.

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Desesperación Total. Foto: historisches-tonarchiv.de

Navidades 1.942

Los soldados escriben mediante el correo militar:

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Carta desde Stalingrado (basada en las originales). Ilustración digital. Antón Busto

 

Stalingrado, 24 de diciembre de 1.942

¡Querida Mamá!:

Para tu cumpleaños te mando mis más efusivas y cariñosas felicitaciones, te deseo para ti lo mejor del mundo. Ansío fervientemente de todo corazón que puedas seguir celebrando ese tu día festivo siempre gozando de excelente salud.

¡El día 11 de enero, pensaré intensamente en ti, querida mamá!

Acabamos de prepararnos una corona de adviento que debe servir a la vez como abeto de Navidad.

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Una pequeña corona de adviento, papel de fumar como filetes de plata y unas velas, ni sabemos donde las hemos encontrado. Quizás en una mochila de campo.

Ahora ya reina el ambiente navideño. Nuestros pensamientos están en casa con la familia, con los padres y hermanos.

Por supuesto, la cruda realidad es totalmente diferente, sólo tienes que dar unos pasos, entonces sientes la guerra en tus propias carnes...


 

Stalingrado, 24 de diciembre de 1.942

¡Querido Otto!

….Estamos bebiendo esta noche en nuestro refugio al lado del Volga un fuerte grog (té caliente con ron). Esta es nuestra fiesta navideña. Después de ocho meses, hoy sacamos por primera vez nuestros instrumentos musicales y tocamos música y entonamos canciones de Navidad para los camaradas.

Al final tocamos la canción del Volga y lo curioso es, que nos encontramos precisamente en las orillas del Volga.

Para soportar mejor el tiempo de espera, nos dedicamos a jugar al ajedrez.

Sin embargo, no disponemos de piezas originales, por lo que nos las hemos tenido que tallar. Son algo rusticas y no corresponden al aspecto original en su forma, pero sabemos, que piezas son y lo que significan.

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Fotograma película “El médico de Stalingrado” Foto: filmportal.de


 

Stalingrado, sábado 26 de diciembre de 1942

¡Mi querida Ruth y cariño!

Lo siento mucho, pero tengo que comunicarte, que no he recibido durante estas Navidades ninguna felicitación.

Pero no he sido el único.

Durante la Noche Buena, al oscurecer, es decir a las tres horas (Nota: en todos los frentes valía la hora de la Europa Central) empezó la fiesta navideña, organizada por la banda militar; además estuvieron presentes el jefe de la compañía y algunos oficiales más. A cada uno se nos entregó un sencillo regalo, compuesto de una tableta de chocolate, 30 pitillos y algunas pequeñeces.

Además dispusimos para beber un poco de té, mezclado con ron.

También entonamos canciones de Navidad:

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Querida Ruth, creo que no me da vergüenza si te digo, que me sentí emocionado y conmovido.

Durante esta hora mis pensamientos estuvieron con vosotros, mis queridos...

Francamente, tuve una sensación extraña. Pues nos encontramos en una situación insólita, ya que debemos prescindir de tantas cosas. En condiciones normales, seguramente nos hubieran colmado de correos por parte de nuestros queridos y parientes, pero bajo estas circunstancias no recibí ninguna carta ni un triste paquete

Una vez terminada la hora festiva la banda musical militar se dividió para tocar un poco de música navideña en los distintos refugios.

No obstante, hacia la medianoche se produjo un inolvidable efecto teatral. Toda la banda musical militar se reunió en una esquina.

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Después subimos todos a un lugar de una colina, en lo alto de la ciudad, unos 100 metros delante del río del Volga y tocamos y cantamos varias canciones de Navidad.

Estuvimos esperando lo peor, dado que los rusos ya podían oír la música y nuestras voces y no sabíamos como los soldados del otro frente reaccionarían.

Ocurrió el milagro: todo quedo tranquilo: excepto la música festiva en esta Noche Buena; nos embargó el silencio y la emoción...

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Nos retiramos nuevamente a nuestros refugios, sin que se oyera un solo disparo.

Ha sido un grato e inolvidable acontecimiento.

Todo estaba muy complicado y difícil, dado el frío que reinaba de tal forma que algunos instrumentos se congelaron.

Pero, como ya te he dicho anteriormente, bajo estas circunstancias fue algo maravilloso.

No quisimos alegrar a los rusos con nuestra música, si no a nuestros camaradas, que estaban situados delante en el frente.

Estoy seguro, que los rusos también se alegraron al otro lado del Volga por esta música tan bonita; por eso no se disparó.

 

La canción del Volga

Música de Franz Léhar
(Texto por Bela Jenbach y Heinz Reichert)

¡Solo! ¡Solo otra vez!
Abandonado como siempre.
Pasa rugiendo la juventud
En una larga, miedosa soledad.
Mi corazón se siente pesado y lleno de melancolía,
estoy encerrado en una jaula de oro.

Un soldado se encuentra en las orillas del Volga
y vela la guardia para su patria.

En una noche oscura, solo y lejos,
ni la luna le da ninguna luz, ni las estrellas.
La estepa silenciosa e inmóvil,
Una lágrima le sube al ojo:
Y siente como se le come y roe su corazón.
Si un hombre está desamparado se lamenta,
y pregunta:
¿También me olvidaste tú ahí arriba?
Mi corazón igualmente añora el amor.
¡Tú tienes muchos ángeles en el cielo!
¡Mándame uno para mí!

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La canción del Volga. detlefnietsch.de

 

Navidades en “el Kessel” de Stalingrado

En la Noche Buena de 1942 el médico jefe Dr. med. lic. theol. Kurt Reuber causó una particular, impresionante e inolvidable alegría navideña a sus camaradas en el “Kessel” (encerrona), que a su vez les prestó una emocionante ayuda moral.

Esta imagen con una madre, que protege con su gran abrigo a su niño, la había pintado con enormes esfuerzos mediante unos trozos de carbón en el dorso de un mapa ruso.

Este cuadro pronto se nombró como “La Madona de Navidad de Stalingrado" y es muy conocida por todas las partes. Esta imagen pudo salir de la encerrona.

Aquel, que la creó, desapareció como tantos otros camaradas.

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La Madona de Navidad de Stalingrado. Foto: hansgruener.de

El pintor mismo escribió todavía:

“Cuando abrí la puerta navideña, la puerta de tablas de madera de nuestro refugio y los camaradas entraron, quedaron como fascinados, devotos y afectados sin decir ni una palabra con un silencio total por delante de la pared de barro, donde en la parte inferior ardió una haz de leña. Ellos leyeron las palabras “Luz, vida, amor”.

 

Desde nuestro punto de vista del día de hoy, nos preguntamos:

¿Existe un derecho para el olvido?

Esta cuestión queremos contestar mediante otra carta:

“Mi tan querido tío Tollo, marido de mi tía madrina, el cual falleció a la edad de 87 años.

Era un soldado repatriado tardío, uno de estos 6.000 sobrevivientes de Stalingrado.

En casa se dijo que no le gustaba hablar sobre este tema.

Esto siempre ha sido algo extraño para mí porque mis padres me enseñaron la franqueza. Quizás por mi temprana edad de 12 años, le pregunté sencillamente por su pasado.

Fue una conmoción inesperada, que “nuestro gran búfalo blanco” (su apodo cariñoso) se convirtió en un mar de lágrimas.

No puedo recordar lo que en verdad dijo, sólo me queda mi sentimiento de culpa por haberle preguntado lo que él trataba de olvidar sin pensar, si tenía derecho a ello.

Quizás influyó el hecho de ser un pariente muy querido.

En general no hay que olvidar para contrastar los mitos que se están creando basándose en el olvido y transformando los crímenes en heroicidades.

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Fotos © antiquariat.com

 

"Es steht ein Soldat am Wolgastrand" cantado por Ivan Rebroff
"Un soldado se encuentra en la orilla del Volga"

 

Fuentes: wikipedia.org , volksbund.de y varios archivos de guerra

Compuesto por Frank Mayer. Revisado por Salvador Aldeguer

Retoques y maquetación: Antón Busto

Sitges (Barcelona), Navidades de 2012

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