Frank Mayer
Frank Mayer - Revisado por Joan Canal

Nimzowitch vs. Tarrasch

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Dos dogmáticos en disputa

Nimzowitch vs. Tarrasch
Nimzowitch y Tarrasch

No, Nimzowitch y Tarrasch nunca se cayeron bien.

La disputa entre los dos empezó cuando Nimzowitch era todavía un joven talento.

Tarrasch

Con ocasión del torneo de Coburgo en 1904 jugaron una partida amistosa al terminar la ronda del día. Una vez realizada una apertura experimental por parte de Nimzowitch, Tarrasch explicó con aire de desprecio: “Nunca tuve una posición ganadora después de tan pocas jugadas”, un comentario que al joven Nimzowitch, de apenas 18 años, debió haber ofendido profundamente, ya que durante toda su vida reaccionó siempre de forma muy sensible ante las críticas.

Nimzowitch aprovechó esta ofensa para motivar su ambición, e hizo todo lo posible para superar a Tarrasch y echarle de su posición como primer teórico en el mundo del ajedrez.

Pero Tarrasch también dio rienda suelta a su antipatía en sus comentarios.

Tarrasch

De esta manera, comentó en un diario berlinés una partida entre Rubinstein y Nimzowitch como sigue: “Nimzowitch tiene una preferencia absoluta para jugadas feas de apertura; suerte que Rubinstein, que siempre juega con buen gusto, le rebatió concienzudamente, porque hubiera sido realmente un escándalo si el juego antiestético hubiera sido coronado con el primer premio.” (s/Wolfgang Kamm, Siegbert Tarrasch, pág. 543).

NimzowitschNimzowitch reaccionó mediante una carta abierta: “En la columna de ajedrez del diario berlinés del 12 de este mismo mes, publicó el Dr. Tarrasch mi partida contra Rubinstein, acompañándola con glosas encaminadas a despreciar mi manera de jugar ante el público. No hace falta que se esté de acuerdo con mi interpretación del juego de ajedrez, pero una crítica tan exagerada y transfigurada del mismo debe provocar una respuesta enérgica. Expresiones como ‘fea’ y ‘asquerosa’ manera de jugar y consideraciones similares, muestra del ataque de rabia furibundo de un glosador que se pretende ejemplar, son indignas. Además parece como si el Dr. T. quisiera vengarse de mí de esta forma por su fiasco teórico en la variante 3. e5.(...) Mi partida contra Rubinstein decidía el honor del primer puesto y un premio de 2.500 Frs. Por estar comprensiblemente nervioso, jugué bastante por debajo de mi nivel. El Dr. Tarrasch calla esta circunstancia y construye de esta manera una falsa valoración de mi juego que debe indignar por su injusticia a los expertos” (cita s/ Kamm, pág. 543).

NimzowitschPocos días después, Nimzowitch echó más leña al fuego y puso la cuestión teórica sobre el tapete en la “Wiener Schachzeitung” mediante una larga reseña crítica: “¿Corresponde la partida moderna de Tarrasch verdaderamente todavía a una interpretación moderna?”, criticando el concepto de ajedrez moderno de Tarrasch como anticuado. Adicionalmente, Nimzowitch acusa a Tarrasch de ser dogmático y no reconocer los nuevos conceptos de la “(partida) hipermoderna”.

Sin embargo, Nimzowitch con cierta frecuencia se pasa de la raya en su afán crítico y se muestra igualmente dogmático.

Así, escribe que en la defensa francesa con 3... dxe4 “se descubre una mejora mediante la maniobra de Rubinstein b7-b6, que pone justamente en duda el valor de 3. Cb1-c3.” (“Mi sistema”, pág. 356) .

Y mientras desprestigia los sistemas favoritos de su rival, diciendo p.e. que ya se ha dado carpetazo a la defensa Tarrasch del gambito de dama, revaloriza sus propios descubrimientos.

De tal forma, designa la jugada 7....Da6 en la variante poco espectacular 1. e4 c6, 2. d4 d5, 3. e5 Af5, 4. Ad3 Axd3, 5. Dxd3 e6, Cf3 Db6, 7. 0-0 Da6 como “una novedad encantadora y revolucionaria”.

La disputa entre ambos es tan violenta que causa la impresión de que se trata de mucho más que de encontrar las jugadas correctas en el tablero.

Verdaderamente Tarrasch y Nimzowitch pusieron en claro no solamente un conflicto de generaciones, sino que lucharon también por el puesto de primer teórico. Adicionalmente, se deben tener en cuenta sus caracteres totalmente opuestos. O sea, ambos criticaban con ganas y eran muy sensibles a las críticas, pero allí se acaban ya los paralelismos.

Nimzowitch, después de su huída de Riga seguida de una breve estancia en Suecia, vivió en un pequeño piso en Copenhague como jugador profesional, siempre quedando como un marginado social, no habiendo aprendido ningún oficio concreto, ni habiéndose casado ni tenido hijos.

Tarrasch, por contra, cuidó mucho de que se valorase su posición social. Tenía familia, cinco hijos y trabajó como médico.

Sin embargo “los problemas más finos son la partida práctica” como escribió el petulante Tarrasch en el libro “La partida moderna de ajedrez”, cuando ganó contra Nimzowitch. En total, Nimzowitch y Tarrasch se enfrentaron en once partidas de torneo.

Torneo 1928
1928. Abajo, desde la izquierda:
Nimzowitch, Capablanca, Tarrasch y Marshall

Al final Nimzowitch obtuvo una ventaja de +5,=4,-2, bien entendido que seis de estas once partidas se jugaron después del año 1920, cuando Tarrasch, nacido en 1862, ya había pasado el cenit de su carrera. Sin embargo, en la práctica Nimzowitch se mostró superior y a los ojos del mundo posterior se impuso como teórico frente a su rival.

Las teorías formuladas por Nimzowitch inspiraron e influyeron a innumerables jugadores y condujeron a una más profunda comprensión del juego.

Pero las confusiones que ocasionó Nimzowitch también fueron considerables.

El tono polémico de la querella pública entre Nimzowitch y Tarrasch sugiere una comprensión opuesta del ajedrez.

Además invita a tomar partido: bien uno está a favor de Nimzowitch o a favor de Tarrasch. Desde el punto de vista de hoy, las teorías de Nimzowitch no rebaten los fundamentos de Tarrasch, sino que los relativizan y amplían, al igual que las teorías de Nimzowitch fueron ampliadas más tarde, aunque en su caso por unos teóricos menos polémicos y dogmáticos que Nimzowitch y Tarrasch.

 

Frank Mayer - Revisado por Joan Canal
Barcelona, abril de 2007
Maquetación: Antón Busto

Fuente: Johannes Fischer

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