Frank Mayer
Por Frank Mayer - Revisado por Salvador Aldeguer

Un regalo de Navidad

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La vida de Emil–Joseph Diemer (1908-1990)

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Nos cuenta como llegó al ajedrez:

“Durante el último año de la Iª Guerra Mundial, desde1917 a 1918 unos camaradas del liceo de Rastatt (Alemania) me enseñaron a jugar al ajedrez y un año después, mis padres se mudaron a Baden-Baden, donde continué los estudios en un colegio local.

Desde el principio jugué al ajedrez de forma apasionada y estimé hasta el año 1931, que era un buen jugador de ajedrez. Recibí de mi padre unos libros antiguos de ajedrez en pésimo estado, que no llegué a leerlos.

Los libros, obviamente, no eran de mi padre, si no propiedad de su abuelo materno, que era profesor y se llamaba Lampert. Cuando se despidió de la vida, mi padre heredó de él un precioso juego de ajedrez, cuyas de piezas eran de marfil.

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Piezas y tablero de ajedrez del Siglo XVIII

Posteriormente, esta preciosa joya me la regaló mi padre en las Navidades de 1927 como premio por haber aprobado el bachillerato superior.

Siempre me pregunté, si mi bis-abuelo había sido un jugador de ajedrez, y creo que de no ser así, no hubiera poseído este inestimable tesoro.

Debo confesaros un secreto y este hecho dirigió mi vida como ajedrecista de forma decisiva.

No vais a creerme, si os digo, que siempre he carecido de una buena memoria.

Justo por esta razón, fui siempre un alumno más bien mediocre, no por falta de empeño o interés por mi parte, no, al contrario, fui siempre un discípulo atento y con mucha dedicación.

Pero debido a mi frágil memoria, no fui capaz de recordar en los momentos necesarios las palabras adecuadas en latín, griego o francés.

A raíz de esta deficiencia para los estudios, conseguí llegar solamente al nivel que ocupé en la Historia de Ajedrez.

Aunque nadie lo crea, pero es la pura verdad, nunca estudié un libro de ajedrez hasta muy avanzada mi carrera como jugador y la consecuencia fue, que no conseguí educarme en el sentido ajedrecístico.

Sin duda alguna, el talento existió, pero lógicamente no se desarrolló lo suficiente, como hubiera sido necesario para encauzarme y conseguir metas más elevadas como jugador creativo y ambicioso.

Siempre que estaba en casa, utilizaba el precioso juego de ajedrez con fichas de marfil.

Este tesoro tan apreciado fue el fundamento para mi práctica del ajedrez.

Por desgracia y con cierta frecuencia, se desconcharon algunas de las piezas.

Mi padre, que era un hombre muy metódico, solía reparar las piezas en sus días libres, durante las Fiestas de Navidad.

¡¡Siempre durante las Fiestas de Navidad!!

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¡Quizás para que no echara en el olvido aquellos días navideños, cuando aprobé el bachillerato superior y fui premiado con ese regalo!

Sin embargo, recuerdo todavía cuando de forma fortuita llegó a mis manos una edición de la revista “Ajedrez” en enero de 1927.

En la misma encontré, casi exclusivamente partidas que empezaron con 1. Cg1-f3, la futura apertura de Réti.

En aquellos años empezó ”la era india”…., a la jugada 1. d2-d4, se contestaba con 1.....Cg8-f6 para entrar en las variantes correspondientes a los sistemas Nimzo-india, india de Bogoljubov o india de Rey.

Contra 1. e2-e4, se comenzó a jugar la defensa Alekhine con Cg8-f6.

Al ver este sistema, creí que era el ajedrez verdadero y consecuentemente compré todos los libros sobre la defensa Alekhine.

En aquellos tiempos, ya había adquirido casi todos los libros disponibles de Tartakover.

Si hubiera disfrutado de una capacidad memorativa normal y alguien me hubiera introducido en los secretos de las aperturas de forma instructiva, seguramente mi carrera ajedrecista hubiera sido distinta.

En el año 1931 me quedé sin trabajo.

Durante esta época me reuní muchas veces con el secretario del Club de Ajedrez de Baden-Baden, su nombre era Janke y al igual que yo estaba en el paro.

Él cocinaba la comida para su esposa que tenía un puesto de trabajo y dada la crisis económica, tuvimos mucho tiempo para jugar al ajedrez.

Fue la primera vez que tuve la ocasión de conocer los libros, hasta aquel momento desconocidos para mi, de Franz Gutmayer que contenían partidas de Morphy y Anderssen con sus maravillosas combinaciones.

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Franz Gutmayer

Para mi, las mismas fueron una revelación absoluta y durante aquellos días mi talento progresó como si aquellas partidas ejercieran sobre mi el efecto de una varita mágica.

De ello fui consciente exactamente el 15 de mayo de 1931, a la edad de 23 años.

En un plazo de 14 días abrumé a mi amigo de forma desconcertante mediante la aplicación del Gambito de Rey.

Recuerdo perfectamente aquellas primeras partidas, que posteriormente se publicaron en el “Bilguer” un libro manual de ajedrez, con el nombre “Gambito impetuoso de Muzio”.

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Portada Revista Bilguer. Edition Olms

Sacrifiqué un alfil y un caballo y di mate a mi adversario.

A partir de aquel momento supe jugar unas partidas, que nunca se habían jugado, como si fuera un vidente. En un momento dado, vi un mate en posiciones aparentemente tranquilas, en las cuales mis adversarios no se habían dado cuenta de que tenían colgada sobre sus cabezas “la espada de Damocles”, hasta que ya fue demasiado tarde.

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La espada de Damocles. Richard Westall, 1812

Una vez escribí en una revista:

“Jugad el gambito Blackmar-Diemer” y el mate se produce automáticamente.
El gambito Blackmar-Diemer cambia al hombre completamente.”

Gambito Blackmar-Diemer

Tablero
1. d4 d5 2. e4 dxe4 3. Cc3

Theo Schuster, un importante escritor de libros de ajedrez , con ocasión de mi 75 aniversario y justo durante una partida mía de ajedrez al aire libre, con piezas gigantes, en Baden-Baden me dedicó la siguiente frase:

“Arriba , a la derecha , juega el entonces Campeón del Mundo Karpov , pero Diemer sin necesidad de desplazarse a la otra punta del tablero, donde pudiera estar Kasparov, puede ver combinaciones, ocultas para ellos, pero muy claras para él, y finalizar brillantemente la partida."

Esta capacidad, para intuir “un Mate” en posiciones, donde ningún adversario lo llegara a sospechar, frecuentemente provocó que Alekhine preguntara a Sämisch:

¿De donde le viene esto a Diemer?

E. J. Diemer

Comentario:

Aquel regalo de Navidad, mediante la entrega del tablero con piezas de marfil del siglo XVIII no fue solamente un regalo navideño para Diemer, sino para toda la afición ajedrecista para seguir disfrutando, todavía en el día de hoy, las brillantes partidas de ataque con combinaciones de Jaque Mate sorprendentes que tenían el origen en su pasión por este juego.

 

¡Deseamos a todos los fieles lectores unas Felices Navidades!

 

Fuente literaria: Europa-Rochade

Por Frank Mayer– revisado por Salvador Aldeguer
Barcelona, Navidades de 2007
Retoques y Maquetación: Antón Busto

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