|
¡No es para tanto! (1) |
“Sobre el riesgo y sentido de jugar sin tablero” “Unas simultáneas a ciegas.....siempre es un desafío y ....bonito, si se las lleva a cabo”, declaró Vlastimil Hort Hort sabe de que habla. Durante su carrera ajedrecista ha impresionado a numerosos aficionados y profanos del ajedrez por su capacidad en el juego a ciegas. Incluso es posible, que algún club de ajedrez haya conseguido incrementar su número de socios por haber asistido a las simultáneas a ciegas de Hort.
El juego a ciegas es ajedrez puro. Ninguna pieza que se mueve, ningún reloj, que se toca, ninguna jugada que se anota. El jugador a ciegas solo piensa. A pesar de toda la fascinación por este tipo de ajedrez, siempre existieron voces escépticas, un dilema, que ya apareció en las reacciones del juego a ciegas de Philidor.
División de opiniones Un periódico informó el 8 de mayo de 1783 con ocasión de una representación de ajedrez a ciegas del francés:
También el “Morning Post” del 28 de mayo 1782 publicó maravillado:
El periódico londinense “World” incluso destaca el rendimiento de Philidor en el juego a ciegas como “un fenómeno de la historia de la humanidad, que debe considerarse como uno de los mejores ejemplos del espíritu y de la memoria humana” (cita en Poldauf, pag. 100). Mientras tanto Denis Diderot un buen amigo de Philidor y uno de los más celebres intelectuales de aquellos tiempos, no estaba impresionado y advirtió a Philidor de los peligros del juego a ciegas:
La manía de la locura Con esto, Diderot toca un tema, que será un acompañante inseparable del juego a ciegas en el futuro: El supuesto peligro, de que el jugador a ciegas pueda volverse loco por forzar excesivamente su mente. Ajedrez “normal” tranquilamente se asocia con la locura, pero el ajedrez a ciegas mucho más. Apenas nadie habla de la enfermedad mental que padeció Morphy en sus últimos años sin mencionar sus rendimientos en el ajedrez a ciegas; igualmente no faltan las indicaciones sobre sus representaciones simultáneas a ciegas y artificios mentales, cuando se narra la muerte prematura de Pillsbury. Sobre los peligros del ajedrez a ciegas tanto dice lo uno como lo otro prácticamente nada. Pillsbury murió a consecuencia de una sífilis y Morphy ya había renunciado desde hacía tiempo al ajedrez, cuando se volvió loco. El problema de Morphy no fue su pasión desmesurada, si no la falta de pasión por el ajedrez. No fue suficiente para él ser un genio y el mejor jugador de ajedrez del mundo, si no que deseaba una digna valoración de su talento. Verdaderamente, no se conoce ningún caso, que un jugador de ajedrez haya perdido su intelecto por un uso exagerado del juego a ciegas. Solo Miguel Najdorf comentó, que tuvo que luchar durante muchos días contra una especie de locura después de unas simultáneas en Sao Paulo, Brasil, el día 24 de enero de 1947, jugando 45 partidas. La duración de dicho evento fue de casi 24 horas sin interrupción. Si esto es cierto o si Najdorf, como lo hizo con agrado, dramatizó un poco las cosas, ya es difícil de constatar. En todo caso, la anécdota de Najdorf sobre sus simultáneas a ciegas se suele divulgar como, que, una vez realizado este esfuerzo sobrehumano, se quedaba sin dormir en el hotel durante varios días para calmar su excitado cerebro y desde entonces el argentino, aparte de Morphy y Pillsbury, debe servir como testigo principal de los peligros que acechan al jugdor del ajedrez a ciegas. Sigue en la 2ª parte Fuente literaria Johannes Fischer, cortesía Revista KARL |